los muertos huían de sus sepulturas,
cualquier bufón era rey,
el manicomio dictaba las leyes,
los mendigos eran señores
y las damas echaban llamas.
Y al final, cuando llegaba el miércoles de ceniza, la gente se arrancaba las máscaras, que no mentían, y volvía a ponerse las caras, hasta el año siguiente.
En el siglo dieciséis, el emperador Carlos dictó en Madrid el castigo del carnaval y sus desenfrenos: Si fuera persona baja, cien azotes públicos; si noble, lo destierren seis meses...
Cuatro siglos después, el generalísimo Francisco Franco prohibió el carnaval en uno de sus primeros decretos de gobierno.
Invencible fiesta pagana:, cuanto más la prohibían, con más ganas volvía.
E. Galeano.
Y te juro hermano, que los que vivimos el Carnaval Montevideano, nos arde el pecho cada Febrero, sentimos que Momo nos llama a nuestra tierra, a romper lonjas, gargantas y a festejar su regreso. Por que bien sabemos que no existe Luna mas caprichosa que la carnavalera en Febrero.
Y estemos donde estemos, siempre, pero siempre en Febrero, vamos a querer estar en el Velodromo, en Malvin, en Tres Cruces, en Defensor Sporting, en el querido Teatro de Verano. En nuestro Montevideo.
es imposible decir en voz alta "invencible fiesta pagana" sin que se ensanche el pecho. Grande Galeano! Bienvenido carnaval !!!
ResponderEliminar(Flor)